Nosotros

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"...cabalgaras solo hacia la carcajada perfecta..."

domingo, noviembre 03, 2013

En Trafic y en familia, desde la Salada al Salar.




Los primeros rayos del sol nos sacaron de la carpa. Se escuchaban los cacharros que lavaba Doña Elvira a tras de la carpa. Preparamos nuestro humilde desayuno de mochileros y con el termo cargado de agua caliente salimos para el salar. Una caminata de unos 8 kilómetros nos llevó hasta el impresionante lugar. Una postal de blancos de infinitas tonalidades, donde las nubes del cielo se confundían con la sal del suelo. Una fina película de agua cubría el salar dándole un aspecto de espejo, de mar. Pocas 4x4 se aventuraban por el agua del salar. Las que lo hacían parecían barcos. Allí estábamos nosotros. Disfrutando de esa inmensidad. Tomando mates en silencio.

El área que hoy ocupa este desierto estaba cubierta hace 40 000 años por el lago Minchin. El salar siempre cautivo a las poblaciones andinas. Es el mayor desierto de sal continuo del mundo, a unos 3650 msnm en el suroeste de Bolivia, en plena Cordillera de los Andes. Además de su importancia turística, el salar de Uyuni es una de las mayores reservas de litio, potasio, boro y magnesio. El método tradicional de extracción de sal consiste en formar pequeñas pilas, para que se evapore el agua y facilitar el transporte. Por eso es muy común encontrarse numerosas pilas de sal. Todos los mineros que trabajan en el salar pertenecen a la Cooperativa de Colchani. Todo esto hace que la explotación del salar sea algo muy tradicional y casi artesanal, teniendo un impacto muy bajo y asegurando su conservación.



Sera acaso una indirecta? Una calcomanía en una 4x4, nos recuerda la locura que mueve este tipo de aventuras: Don quijote y su inseparable amigo pegados en la luneta nos guiñaban un ojo. La calle principal de Colchani, que por la noche era un desierto, por la tarde se llena de turistas y 4x4 de todos lados del mundo que se aprovisionan para cruzar el salar. Allí en las pocas casas hacen su parada obligada para cargar provisiones, comprar chucherías y salir a “navegar” el inmenso mar blanco, que va hasta el horizonte y más allá. Si no fuera por el conocimiento que tienen los guías del lugar, sería muy fácil perderse. No hay caminos ni rutas, ni siquiera puntos de referencia, más allá de algún que otro cerro.

Nos encontrábamos sentados disfrutando del calor y la hermosa vista que teníamos del salar cuando de una trafic se baja una familia. No pudimos dejar de notar que dicho vehículo, tenía patente argentina. Nuestra nostalgia por la distancia con nuestro país de origen nos hace sentir el derecho de correr a abrazar a cualquier argentino que encontremos. Así fue. Nos acercamos y charla va, charla viene  improvisamos una ronda de mates y bizcochitos a orillas del salar. Silvia, la mama, trabajaba en la famosa Feria salada vendiendo zapatos, ahí se conoció con Mario que es fabricante de zapatos. Ambos, bolivianos que se conocieron en la argentina. Sus hijos Kevin, Paulita y Andres, el mayor de 13 años, nunca habían estado en Bolivia, la tierra donde habían crecido sus padres y donde los esperaba su abuela, Doña Pastora. Así, bien a lo argento, armaron las valijas, cargaron la combi y arrancaron un viaje de más de 6000 kilómetros, para que sus hijos conozcan la tierra de sus ancestros. ¿Muchos kilómetros no? Pero la consigna del viaje lo valía. Duermen en la combi, comen en la combi y se matan de risa en la combi. Fue imposible no entablar empatía cuando vieron que la misma distancia nosotros la hicimos a dedo con una mochilota cargada en la espalda.




Asi salimos en grupo a recorrer. Algunas paradas obligadas son el hotel de sal y los sitios arqueologicos de la zona. El primero consta de una hermosa arquitectura y diseño, todo a base de ladrillos de sal. No solamente el edificio esta cosntruido con bloques de sal: Sus muebles, camas, las escaleras y esculturas estan hechas de sal, incluso el suelo. Todo esto cubierto y acompañado de los mas finos puyos y aguallos de lana de llama y alpaca con sus coloridos tintes naturales que contrastan con el blanco de la sal. Lamentablemente hospedarse en estos lugares es sumamente costoso, pero vale la pena entrar y fantasear con pasar alli una o dos noches. De noche estos hoteles se convierten en la mejor opcion para los turistas extranjeros que quieren cruzar el salar. Andar en vehiculo a oscuras es un peligro, ya que al no existir una ruta marcada, de noche puede ser muy facil perderse. Tomarse una cerveza en la galeria del hotel observando el paso de las estrellas debe de ser una experiencia unica. En algun momento nos tocara, por ahora la nuestro es la carpa.

Para aquellos viajeros que se atrevan a caminar bajo el sol, los esperan unas cuantas ruinas de antiguas ocupaciones humanas en los escasos afloramientos rocosos que se encuentran en el salar. Debido a las condiciones de extremo calor y sequedad, se han conservado antiguas momias y materiales textiles que permiten conocer acerca de las personas que ocuparon este lugar miles de años atras. Nosotros caminando con los hijos de silvia y Mario, nos topamos con gran cantidad de puntas de flecha y artefactos liticos. Los dejamos en el lugar, pero lamentablemente mucha gente las junta y las vende en los puestos de artesanias en Colchani, como baratijas, muchas veces descnociendo el profundo valor patrimonial que estos pequeños objetos de piedra pueden llegar a tener. En estos lugares tan desolados y deshabitados no hay nadie que resguarde los materiales arquelogicos, quizas los unicos testigos de estos saqueos sean las llamas, el mamifero mas grande que transita el salar, mirando receloso a los turistas. 

Andábamos todos juntos paseando por el salar, cuando en un descuido de Mario, la combi se le fue por una huella que se salía del camino principal, y quedo totalmente empantanada. A tan solo 4 metros de aquel, por más acelerada que pegaba el motor, el vehiculo no salía del barro. Éramos 8 personas, desde los 8 hasta 70 años, pensando cómo sacar la chata adelante. "persevera y triunfaras" así fue, meta ingenio, sudor y fuerza logramos traer de la muerte a la Traffic, y hacerla volver a la senda. Ahí entendimos lo importante que es conocer el camino en estos lugares. Debajo de una aparente sólida y profunda capa de sal se pueden esconder trampas de barro.

Después de tanto trabajo se ofrecieron a llevarnos a Uyuni nuevamente para invitarnos una merienda. No nos pudimos negar y de paso era una muy buena oportunidad para tomarnos el micro a Oruro, que iba a ser más fácil que esperarlo en la ruta de noche sin saber si íbamos a tener lugar. La merienda no se hizo esperar. El licuado de frutas se fue terminando en una charla acerca de los orígenes y la identidad de las familias. En aquel momento la familia de Silvia y Mario estaban construyendo la suya. Hermoso momento compartimos con ellos. A la vuelta nos esperan unos mates en la salada...y quizás unas zapatillas nuevas, que nos van a hacer mucha falta.