Nosotros

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"...cabalgaras solo hacia la carcajada perfecta..."

miércoles, octubre 16, 2013

Las Minas de Potosi: Paisajes Tallados en la Roca



Una parada obligada en Potosí, son sus minas. Sin embargo nos es un lugar que podamos decir lindo. Pero si es revelador, no solo del pasado, sino del presente y la explotación actual. El Che y Galeano entre otros tantos viajerosescritores, le dedicaron tinta y bronca a la forma en que los mineros son tratados en las minas de Potosí. Hablamos con nuestros amigos de la cooperadora de turismo de Potosí, y ellos nos recomendaron a Elvis un conocedor de los túneles interminables de la mina, que conocía de cerca la mina y su vida porque su padre y su abuelo habían sido mineros.

Mejor suerte la nuestra imposible. El día que elegimos para recorrer la mina, era el día de los festejos del “Tius”, dios sincrético de los mitayos que protege y provee buena fortuna dentro de la mina a los trabajadores. Dicen que la palabra “Tius” deriva de una mala interpretación de la palabra “Dios”, que era común que los nativos escuchen decir a los sacerdotes. Durante esta ceremonia los mineros concurren a la mina y se juntan en distintos rincones de los túneles, donde prenden velas, fuman tabaco y brindan con cerveza, singani y agua ardiente. La coca, siempre presente, fue la diva de los pagos al Tius.

Luego de conseguir nuestra coca, tabaco y cerveza para los pagos al tius. Partimos al encuentro de la mina. Recordemos que esta mina lleva más de 400 años funcionando. El boom de la plata de este cerro, fue obra del Virrey Toledo, quien introdujo nuevas tecnologías y formas de organizar el trabajo: La mita. La mita de Toledo consistía en una adaptación de una institución incaica de tributo de mano de obra, a las necesidades ambiciosas y desmedidas de los españoles. Mediante La mita, cada pueblo incaico debía tributar un determinado número de hombres que puedan trabajar. Al principio eran los hombres más fuertes y jóvenes. Pero con el tiempo, comenzaron a aumentar las demandas y empezaron a trabajar niños y ancianos. La principal consecuencia, fue que cada pueblo (ayllu) se fue quedando paulatinamente sin hombres, viéndose obligadas las mujeres a abandonar tareas agrícolas que requerían gran esfuerzo. Los hombres volvían tarde para las cosechas o no volvían.

20 minutos de auto y llegamos a la boca de la mina. En los alrededores de la mina, se observa abandono. Allí conviven, un sinfín de casas precarias improvisadas con paneles de madera expuestas a la inclemencia del tiempo y los Impresionantes socavones excavados con pico, pala, sangre y sudor hace 400 años, que seguirán ahí firmes. Sumergiéndose en las entrañan de los “apus” para exprimir sus riquezas.



Agradeciendo lo bueno y ahuyentando lo malo: Coca, tabaco, alcohol y todo lo que sea entrega con amor y desde el corazón, la pacha lo recibe y lo devuelve multiplicado. Nada le quitarle, todo lo contrario: A la pacha lo que es de la pacha. Elvis comienza su recorrido contando como se trabajaba en la colonia para finalizar contando que hoy en día sigue siendo igual el trabajo, en las mismas condiciones que los mitayos de Toledo, con la diferencia que años de capitalismo, refinaron un aparato donde no hay un señor que explota mano de obra barata, sino que son los mismos mineros los que se someten a un régimen cuasi esclavizante de trabajo, en el que apuestan su vida diariamente, sin recibir un sueldo digno. Sin embargo al encontrarse con los mineros unos siente y nota el orgullo de ser “sus propios jefes”. También notamos el alcohol y la alegría de celebrar el día del “tius” honrándolo con coca, tabaco y singani. Y se escuchaba siempre alguna plegaria, una oración de agradecimiento.



La mina es oscura y fría. Nuestras botas chapotean en un líquido que de momentos es agua y de momentos no. Los túneles se angostan a cada paso y el techo se acerca al suelo. El minero andino promedio es ancho de hombres pero bajo de estatura. Si no hubiese tenido casco, habrían quedado unos cuantos pelos míos decorando los túneles. Íbamos en fila. La oscuridad es total, y si no fuera por nuestros pasos y el goteo del agua que se filtra por el techo, el silencio también seria absoluto. Por ser día de festejo era fácil, reconocer adelante los cantos y las carcajadas, reunidas en torno a algún farol y una botella, o solo una linterna y una lata de cerveza. En esos momentos en que nos cruzábamos con los mineros, podíamos compartir algún brindis y hojas de coca. Recibir Extranjeros en un momento de tanta alegría es una fiesta. Y más cuando advertían que éramos argentinos. Muchos contaban que desde niños trabajaban en las minas. La mayoría no tenía terminado el secundario. Nos contaban que la vida útil de un minero en aquellas condiciones, no es más de 20, 30 años. Y que es casi imposible, retirarse sin cicatrices. O lo que es peor, sin lamentar la pérdida de algún compañero.


Lo que es cierto y digno de sacarse el sombrero ( o el casco), es que estos hombres de temperamento y manos ásperas y toscas como las rocas que pican día a día, en la inhospitalidad del fondo de la mina, lograron hacernos sentir en casa, invitándonos sin dudar a sumarnos a la ronda y compartir su bebida y su alegría. Ahí frente a las velas la estatua con serpentinas del Tius, parecía sonreír y dentro de la cueva salía el sol.

Así transcurrió la tarde dentro de la mina. Luego de despedirnos de Elvis en el centro de la ciudad, llegamos al hotel, fritos y caímos presa del cansancio y la falta de oxígeno en nuestras cabezas. Así se hicieron las dos de la madrugada que, con hambre y desvelados nos encontró improvisando con nuestro calentador una cena en el baño de nuestro cuarto de hotel.

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