Nosotros

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"...cabalgaras solo hacia la carcajada perfecta..."

domingo, octubre 27, 2013

"Ser Nacional" for export: Tres casos de La Argentinidad tras fronteras.


Lo afirmaba Frederic Barth, "... en los limites se refuerza la identidad..." Muchos cientificos sociales lo retomaron y lo citaron al hablar de la globalización, advirtiendo que no genero una homegenización cultural, sino por el contrario, al estimular el contacto de culturas distintas, reforzo sus individualidades. En ese cortocircuito surge con toda la fuerza la "identidad". LOs viajes generan algo parecido. Generalmente al Turista, le ofrecen una identidad enlatada que rara vez entra en choque con la suya. La identidad del otro es un paquete de unos cuantos dias con sus respectivas noches y restaurantes gourmet donde se come simbolicamente al tro cultural. Desde mi humilde opinin este encuentro no refuerza la identidad de nadie, slo contribuye a convertir al otro en un estereotipo digno de una postal.

El viajero por el contrario se sumerje en la trinchera de la identidad. Con un cocktail de curiosidad-ingenuidad-amor se predispone de lleno a un encuentro cultural, donde el otro surge con toda su espontaneidad, diversidad e individualidad. Obligandonos a nosotros mismos a mostrarnos otro tanto. Asi en un encuentro callejero, un pastor o unos niños jugando, pueden arriesgarse a baticinar la nacionalidad y lugar de origen sin mirar ni pasaporte ni documento alguno. Desconozco si se habra hecho estudio, si existe alguna estadistica, o coeficiente que pueda pronosticar que posibilidad existe de adivinar la nacionalidad de un extranjero. Desde la total ignoracion del frio resultado matematico, me animo a proponer una hipotesis/afirmacion a poner a prueba: "El viajero con mas prbabilidad de ser recnocido en el mundo entero sin mostrar credenciales es el aregentino"  ¿Hay algo que nos haga inconfundibles?¿Que sera?¿Ns podemos sentir rgullosos? Yo creo que si. Y lo voy a demostrar con tres situaciones (un N pequeño, lo se, pero representativo) Tres momentos que se dieron durate nuestra estadia en Lima, lugar donde se ven muchos colombianos, pero pocos argentinos.
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CASO 1: Me encontraba yendo en bicicleta al trabajo. Avanzaba con tranquilidad por la avenida Aranburu, que nada tiene de tranquila: Desborda de autos, bocinas, mal humor y egoismo. Sobre esta avenida se encuentra el Hospital Central, por lo que es comun encontrar autos, combies y ambulancias en doble fila. El ciclista se acostumbra a sortear estos obstaculos, siempre y cuando su valor y su pericia lo permitan. Aquella mañana un taxi frena de golpe delante de mi. Abre su puerta y sale un señor mayor, disponiendose a asistir a su mujer, tambien mayor. Ni lo dude, me salio espontaneamente. Apoye la bici contra los autos estacionados y ofreci una mano: "Buen dia, necesitan Ayuda?" Los viejos seguian con la puerta del auto Abierta, acercandose pasito a pasito al cordon de la vereda. "Gracias Hijo estamos bien, Sos argentino?" La pregunta me saco una sonrisa "Como se dio cuenta?" a lo que responden "yyy... por como dijiste "ayuda"" Los ayude con la puerta y segui viaje pensando que AYUDA se dice con SHHH de argentino.

CASO 2: El segundo encuentro de este experimento tubo lugar en los antiguos olivares de San Isidro. Entramos a un almacen a por una cerveza. Alli un hombre sentado en una mesa me ve y apura de un sorbo su gelatina de frutilla para preguntarme "USted es español?" Yo sin perder el buen humor dejo mostrar mi indignacion: "como español!?!? vamos le doy otra chance..." El hombre sorprendido y divertido arriega: "ARGENTINO?" "Jajaja claro hermano" Respondo. Desbordado por la alegria el hombre se para y me estrecha la mano, contandome emocionado que vivio en Chilecito, La Rioja. Ahi terminamos tomando una cerveza, cantando tangos de Gardel y emocionandonos con los pequeños placeres argentinos: el choripan, los mates, los pastelitos y las tortas fritas.

CASO 3: El tercer encuentro fue mas emotivo. Recorria con mi bicicleta, la ciclovia de Arequipa bajo el sol. Es comun en dicha ciclovia ver peatones distraidos, por lo que viajo siempre con los ojos bien abiertos. En esta ocasion veo una persona no vidente cruzando la calle y dispuesto a cruzar la ciclovia. Me apuro. Me bajo de la bici, le ofresco mi brazo. El encuentro habra durado menos de dos minutos. Tiempo suficiente para presentarnos e intercambiar unas palabras. Este hombre ciego me dijo esto: "No todas las personas tienen la voluntad  de ayudar. Dios pone esta voluntad en el corazon. Dios toco su corazon hermano. Es usted argentino?" A mi se me hizo un nudo en la garganta y respondi como pude "...si..." Me agradecio y siguio su camino al compas de su baston. Yo me subi a la bici y segui el mio, con una sonrisa y algun que otro lagrimon asomando por ahi. 

En ese momento entendi que el argentino tiene algo muy clavado en su idiosincracia. Y aunque a muchos no les paresca me animo a decir que eso que nos hace ser reonocidos en cualquier lugar del mundo es nuestra tendencia a preocuaprnos por el otro, por su bienestar. QUizas sea ese gran ego y amor propio, que al manifestarse un poco mas concientemente nos da una profunda empatia del sufrimiento ajeno. Quizas sera una herencia que arrastramos desde San martin y el Che. De lo que si estoy seguro, es que la patria grande que tanto anhelaba Bolivar, la alcanzaremos el dia que nuestras ciudadanias queden definidas, no por los himnos que cantamos ni por los trapos que colgamos, sino por los vecinos con los que estrechemas nuestras manos, sea cual sea el idioma y el lugar del mundo en que nos encontremos.

jueves, octubre 24, 2013

Noches Oscuras y Casas Blancas a orillas del Salar mas grande del mndo.





Nos bajamos de la caja de la camioneta en la vieja terminal de Potosi, pegada al cementerio. Algunos 
podrían decir mal augurio. Arrancar un viaje desde el cementerio no sera muy alentador pero allí nos esperaba nuestro transporte. Los buses que unen Uyuni con Potosi son pequeños pero ágiles.  Los típicos micros que llevan los bolsos en el techo: Cortos y altos, parecidos a los micros que recorren en las películas, las calles de medio oriente. Que se parecen por que son los mismos. China fue  el proveedor de unos y de otros. Después de la segunda guerra Peru fue el país de latinoamerica que mas hijos del sol naciente recibió. Con ellos llegaron oleadas de sus productos a latinoamerica. Y estos micros a pesar de parecer precarios, son sin dudas los ideales para recorrer los caminos de tierra que unen las distintas localidades de Boliva. Ahí estábamos, sentados con nuestras mochilas que no tenían nada que envidiarles a los sacos gigantes que cargaban las cholas repletos de chucherías, la versión andina del mochilero. Nos preguntaban interesadas cuanto cargaban nuestras mochilas.

Recorrimos las calles de Uyuni que comparadas con las pintorescas y coloniales calles de Potosi, nos resultaron algo aburridas y apagadas. Uyuni es un pueblo que creció de golpe en los últimos 20 años, con el boom turístico que causa el salar. Por eso se puede ver que la mayoría de sus casas y edificios son de hormigón armado y ladrillos. No se encuentra mucha casa de adobe ni de arquitectura colonial. Como la mayoría de las ciudades bolivianas, Uyuni tiene varios mercados, algunos se arman en cuestión de minutos en las calles mas transcurridas del pueblo, otros permanecen siempre armados y abiertos en lugares designados. Y otros, a mi gusto los mas curiosos, se arman cuando los campesinos bajan de los cerros a ofrecer el producto de sus manos, muchas veces en transacciones que se asemejan a una especie de trueque, pero siempre regateando de maneras muy diplomáticas y hasta poéticas. En estos mercados, si se impresionan un poco mas de encontrarse a extranjeros. Pero esa impresión enseguida se borra cuando escuchan que uno esta buscando olluquito o quinoa. En seguida una sonrisa y un apuro por atendernos. Otra particularidad de Uyuni, es que a pesar de estar en la altura, y de parecer aislado del mundo, este pueblo, es una estación del tren que une Villazon-Uyuni. La estación de tren de Uyuni, con los Ojos un poco entrecerrados y olvidando las montañas de fondo, se parece un poco a los galpones de Nuestra querida Tolosa. Ademas los coches son los mismos que circulan por las vías del ex-Roca.

Tomamos mate, recorrimos las ferias, nos sentamos en un banco a seguir tomando mate y ver pasar a las cholas con sus fardos encima, que enseguida se convierten en puestos de feria. A los gringos fascinados sacando fotos a las nenas vestidas con sus ropas tradicionales, posando tímidamente para los insolentes flashes de las cámaras. Los nenes corriéndose con bombitas y pistolas de agua. Y nosotros con la cara quemada y el corazón contento vemos irse un día mas. El atardecer llego con todo el frió de la noche y se levanto un viento que no nos esperábamos. Buscamos un lugar para refugiarnos, y el único lugar con techo y publico era la iglesia. Allí fuimos a ampararnos de las inclemencias del clima andino, hasta que llegue la hora de salir. Cuanto hacia que no entraba a una misa de domingo!!!! Había olvidado esa sensación de hogar que se tiene dentro de las parroquias pequeñas. Veníamos recorriendo grandes catedrales e iglesias de piedra, altas y frías, pero la parroquia donde los chicos juegan en la puerta, las señoras se juntan a charlar y el cura llega en bicicleta, se parecen mas a un club de barrio que a la casa de dios. Sera porque nos acostumbramos a que Dios vive en lugares como el vaticano lleno de oro? Que se yo. Lo importante es que allí, con una calidez que invita a sentarse y sacarse el sombrero, nos encontramos una homilía donde el párroco hablaba pausada y fervorosamente y detrás de el se desplegaba un colorido mural. No había un crucifijo grande recordando el  martirio de Jesús. Había un mural. UN Mural de una marcha popular, donde Jesús venia a la cabeza de un grupo de campesinos, indígenas, mujeres y niños, que traían pancartas alusivas a las desigualdades, la represión policial, la trata de personas, los desaparecidos y la democracia. Ese es el Jesús que queremos!
 

En Uyuni a uno lo bombardean de propuestas de excursión por el salar. Muchas veces aprovechándose de la comodidad y la desinformación del Viajero promedio, ofrecen precios exorbitantes por una salida que tranquilamente puede resolver uno mismo con un poco de dinero y muchas ganas. Sabíamos que el acceso al salar, se encuentra en la localidad de Colchani, un pueblito a la orilla de la ruta que une Uyuni-Potosi. Por solo 5 soles uno puede hacer ese recorrido. El único inconveniente es que el viaje se hace por la noche. Una ves mas llegamos a un nuevo lugar de noche. Imagínense la escena: Ruta. Luces perdidas en una oscuridad absoluta. El motor del Micro encendido atendiéndonos. Baja el ayudante del chofer con nosotros, nos da los bolsos y su numero de teléfono por las dudas... El bus pone marcha y sus luces coloradas y su murmullo cada vez se hacia mas imperceptible en la soledad de la noche. Silencio. Ladridos de perro en algún lugar. En una amplia esquina que se formaba entre algo que parecida una calle de tierra y la ruta, una pequeña casita hacia de almacén y comedor. dentro una familia comía a la luz de un farol de noche de noche y escuchaba la radio. Se sorprendieron al vernos con nuestras mochilas. Los chicos se reían. Buscábamos un lugar para armar la carpa. Nos dieron unas indicaciones que seguimos al pie de la letra.



A pesar de la oscuridad y que nos costaba distinguir donde terminaba la calle y empezaba el terreno de las casas, recorrimos el pueblo de Colchani. Nada nos hacia pensar que alli habitaba gente alguna. Las casa daban la impresión de estar abandonadas. No veíamos ni perros, ni autos. de pronto por las rendijas de una puerta se escapaban unos rayos de luz. Supusimos que habría gente. Ni lo dudamos entramos. Nos encontramos con un grupo e gringos cenando. Le pedimos lugar para armar la carpa a quien parecía la dueña del lugar. Dijo que carpa no pero que nos ofrecía una habitación por una módica suma que no podíamos pagar. Nos recomendó que le preguntemos a la vecina. Alli fuimos. Doña Elvira, nos recibio con los brazos abiertos y sin dudarlo, nos ofreció un lugar del terreno para levantar la carpa. Nos conto que en general no dan hospedaje, porque solo se dedican a recibir a los tours que salen de Uyuni, para el salar. Prácticamente nadie viaja a colchani. Una lastima, interesante lugar par recorrer y conocer.

La luna nos encontró en una casa de sal. Si, si, como escucharon, una casa construida íntegramente de sal. Salvo por los listones de madera que le dan forma a los marcos de las ventanas y las puertas, y sostienen el precario techo de paja, el resto de la edificación consiste en bloques de sal, unos sobre otros. No es para nada raro, que en el salar más grande del mundo, los vecinos construyan con el recurso natural que tienen más cerca: la sal. A horas de distancia de las localidades mas populosas de donde traer materiales, el albañil de Colchani ha sabido resolver el tema de su vivienda con sal. Y estas paredes de sal, nos resguardan del frió que esta haciendo por estos lados del mundo a estas horas de la noche. Tomando algo calentito, sentados en puyos que cubren nuestro banco de sal y nuestra mesa de sal, nos dedicamos a repasar el viaje y a prepararnos para dormir. Mientras a nuestro lado dos parejas de australianos juegan a algo parecido al poker, que claramente, no es ni la mitad de divertido que un trucazo a los gritos, guiñando el ojo y pegándose con baba el ancho a la frente.


martes, octubre 22, 2013

De mochileros de manual, a conejillos de indias de la Secretaria de Turismo.


Creemos que hay cuarto grandes formas de conocer un lugar nuevo: Ir al mercado donde las personas consiguen su pan, viajar en transporte público mientras la gente va al trabajo y los niños a al escuela, trabajar en el lugar y enamorarse de alguien del lugar. De las cuatro las últimas dos sin duda, más difíciles. Pero en nuestro caso, no sabremos bien a que se debe, después de un almuerzo y unos cuantos chistes y cuecas, trabamos una muy fuerte amistad con la gente que trabajaba en la Secretaria de Turismo de Potosí. Así luego de una amena charla, nos invitaron a hacer un viaje por los alrededores de Potosí, por un circuito de calles de tierra que están probando para proponerlo como un futuro “Destino Turístico”. "Las huellas del Inca" seria el futuro atractivo. Con sus caseríos, sus caminos de cornisa, sus desconocidos sitios arqueológicos y sus inigualables paisajes. A pesar de tanto renegar del status de turista, Allí estábamos como conejillos de indias, a punto de ser catadores de un futuro destino para turistas de todo el mundo. Pero a no confundirnos con turistas: El turista conoce con la lonely planet debajo del brazo, nosotros estrechamos manos y entablamos amistades. No hay guía que te enseñe a sentirte en familia. Eso lo aprenden los viajeros, lo enseña el camino y la gente que sale al encuentro. Al dialogo. La sorpresa. Así fue que empezó nuestro último día en Potosí. 7 de la mañana, calentando agua para el mate, armando la mochila para la jornada larga. Revisando apuntes de arqueología de la zona y listos para viajar. Allí nos esperaban Feliz y Alejandra, la reina del Turismo de POtosi, que como parte de sus tareas de promocionar que la gente visite su ciudad, siempre se interesa en conocer más a fondo acerca de los atractivos de su lugar.

El asfalto llegaba hasta una humilde capilla. Construida en memoria de los difuntos que se atrevieron a circular por el camino y en bendición de los atrevidos que comenzaban su viaje. Más que bendecir desalienta un poco este comienzo. Allí al costado de la capilla encontramos un testimonio. Lo que la pluma y el dolor grabaron en un papel, aquel mármol lo inmortalizo como posible advertencia: Una poesía de un hombre dedicada a su mujer y su hijo, fallecidos en un accidente en aquel camino. A partir de ahí el camino continuaba de tierra y zigzagueante.Los Faldeos y chacras se sucedían unos a otros, y anunciaban la llegada a la Quebrada de Cabanies. La Suzuki de la Secretaria de Turismo. Al volante, Félix, que combinaba un manejo del timón digno del raly dakar, con un excelente conocimiento de los caminos de tierra de la Quebrada. Además de un temple de acero para encarar las rutas al filo del abismo. Los caminos de tierra, que en estos momentos cuidan y mantienen los pastores y chacareros de la zona, eran usados por los incas para atravesar las distancias que había entre los cerros con minerales y el Cusco. Una larga distancia que se achicaba a lomo de llamas. Hoy es más común ver ovejas. Félix nos contaba que muchos de esos caminos, se mantenían pero se usan muy cada tanto.

Paranturi. Primer caserío de la ruta. Casas de barro. Rejas de fundición oxidadas. Los vecinos hablaban quechua nomas. En este paraje se hace una fiesta popular de profundas raíces históricas conocida como la watia. En esta fiesta una "pampa" a orillas del rio se llena durante una semana, de hornos improvisados con barro y piedras. Decenas de personas se congregan para cocinar papa y carne de llama de. los dos recursos básicos en la dieta. Cundo la fiesta termina solo quedan las piedras y el barro, que a medida que pasan los días vuelve a fundirse con la tierra. Imposible de descubrir para el ojo inexperto que ese lugar fue el escenario de un gran festejo. ¿Que quedara para el arqueólogo distraído?

A lo largo del camino se encuentran recintos incaicos aprovechados por los pastores para cuidar sus ovejas. ¿Qué dirían los conservadores del patrimonio arqueológico frente a estas situaciones? Cada sitio arqueológico que aparecía, era una excusa para estirar las piernas y recorrer el lugar. Cada Sitio arqueológico, era un lugar único. Ninguno de ellos estudiado y prácticamente ni delimitado. En más de una ocasión reconocimos materiales como puntas de flechas o cerámicas. Sumado a las leyendas de cementerios con tumbas repletas de grandes ajuares y tesoros, el lugar genera una irresistible atracción. Félix daba su resumen de la historia del lugar, que de solo recorrerlo uno tiene la sensación de leer un libro de historia. Desde los Cazadores recolectores del área hasta los españoles ocuparon la zona. 

Incahuasi. La camioneta continuaba abriéndose paso, a lo largo del angosto camino, prendido con uñas y dientes al faldeo de la montaña. Un cielo celeste diáfano, y un sol radiante. Allí seguían apareciendo humildes caseríos. En este caso, Inca huasi, “casa del sol” en quechua, no es difícil imaginarse porque se ganó ese nombre. Aquí el camino muestra vestigios de los primeros pobladores de la zona. Petroglifos que según los investigadores tienen entre 9 y 10 mil años ap. De ser así seguro una de las ocupaciones más antiguas de Bolivia.



Hacienda de Mondragon. conocida como la Haciendo del Cristo de Bronce. Cuenta la leyenda que un español muy adinerado, conocido como Mondragon, se asento en este fértil y alejado paraje de Bolivia. Dicen que se había enamorado de una sirviente, que al parecer era la mujer más bella del mundo. Se enamoró perdida y totalmente de esta mujer. Ella, de sangre americana, guardaba un profundo rencor a los españoles. Engatuzo con sus encantos a Don Mondragon y una vez casados, lo enveneno la turra. Como no tuvieron hijos, ella heredo todo. El plan de envenenar a su marido lo elucubro con su amante, un peón de la estancia. Nadie sospechaba que la joven india, había sido la asesina. Se mostraba dulce y dolida para todos. No podía dejar cabos sueltos. El amante podía denunciarla, así que comenzó a tortúralo para asegurase que no la delate: Lo amarro a una cruz y todos los días le clavaba un alfiler de bronce. Así con el paso del tiempo el pobre crucificado quedo cubierto de bronce. Paso el tiempo, empezaron a sospechar y la viuda, loca y desquiciada confeso que ella había matado al peón desaparecido y que lo había escondido en la mansión. Aun hoy siguen sin encontrarse el lugar!Desde la mansión de Mondragon se ve Miraflores. El pueblo de adobe donde Vivían los criados de la Mansión. Una peculiaridad: su calle principal tiene un empedrado que cualquier ciudad puede envidiarle. Lo sorprendente es que solo existe una calle en medio de toda la quebrada y es un empedrado que contrasta ampliamente con los caminos de tierra de los alrededores.

Cruzamos unos puentes colgantes que van a uno y a otro lado del rio y retomamos la marcha nuevamente en la Suzuki de la secretaria de turismo. La última parada obligada era para brindar con una paceña y degustar una rica hamburguesa de pollo en la calle, mientras el vapor de las termas subía a lo alto del cielo y el sol se perdía en el fondo del valle. Una vez pisando el asfalto nuevamente, en medio del silencio que precede a la larga jornada, no podíamos dejar de pensar en lo agradecidos que estábamos a Felix y a su gente de la secretaria de Turismo, por darnos esa oportunidad de conocer tanto. El viento nos susurra cosas al oído. Quizás era la vos del inca que nos pedía que volvamos. Y si el Inca lo pide, habrá que volver.

domingo, octubre 20, 2013

De naufragos y de viajeros todos tenemos un poco

 
Seguro les resultara conocida la historia del naufrago. Aquel personaje que Tom Hanks supo inmrtalizar cn su famoso grito de "wilsooooonn!". Muchos viajeros (y no tanto tambien) se habran estremecid con los periplos que tuvo que atravesar para retornar a su casa. PEro seguro habran sido pocos lo que se han sentid identificado con escena como aquella en que prefiere dormir en el suelo, enlugar de la cama. La razon algo sencilla aunque dificil de entender: Habia descubierto la comodidad del sueño en las rocas y la arena, y lo prefería frente al mullido sommier.

Menos conocida e infinitamente mas real, es la historia de  Alvar Nuñez Cabeza de Vaca, aventura que fue cristalizada en libro que, paradojicamente se titula "Naufragios". Los conocedores de la histria argentina sabran que este hombre es el descubridor de las Cataratas del Iguazu. Pero esa es otra historia. "NAufragios" relata siete años de andanzas por la America de la conquista, tras un funesto naufragio en las costas de Florida. Dn Alvar, se habia embarcado en una supuesta misión "divina": Sumar tierras al reino del Señor Nuestro Dios. Gracias a dios (sic) tras los naufragios, se cayeron las excusas pr el suelo, y Cabeza de Vaca, advirtio los motivos avaros y fraudulentos de titulos, riquezas y poder que aquellas empresas suponian en realidad. Desafortunadamente para los hombres del rey, la marea no solo dejo en ruinas el barco, sino tambien toda huella de autoridad y jerarquia. Ahora, en el nuevo mundo, sobrevivir no era cuestion de obdecer y ordenar, sino de cooperar y aprender. Alvar, lo supo desde un principio, asi como los hombres que lo siguieron. Los demas pereciern.

Alvar aprovechando sus conocimientos de medicina, para ganarse la fama de Chaman.
De esta forma comenzo un viaje desde la costa este de Estados Unidos hasta las colonales españoles del desparramadas por el mar caribe, lugar donde podrian encontrar un barco español que los lleve e casa. Este recorrido llevo siete años. Tiempo suficiente para convertirse en chaman, desposar a la hija e un cacique, buscar Sibla, la mitica ciudad del oro perdida, y ganarse la amistad de los pueblos antivos de america. El andar por america los despojo de sus armaduras, sus ropas, sus armar y su calzado. Asi como sus prejuicios frente a los "indios herejes" y todas sus costumbres. Tan despojados llegaron a ls puertos españoles del caribe, que sus compatriotas dudaron de la naconalidad que decian tener.

De todo el relato, que sin duda no tiene desperdicio ningun capitulo, pero a nuestro gusto, una de las anecdotas mas interesante es la siguiente: Las criadas de la casa se sorprendian al notar que don alvar, dormia en el suelo y se paseaba descalzo por la casa, ya que las botas no le entraban debido a los cayos que siete años de caminata le dejaron en los pies.  
Alvar despojado de sus botas, contemplando.

¿Cuan prfunda puede ser la marca que deje un viaje?¿Cuan indeleble puede ser a l largo del tiempo?¿Hay que ser precavido ante este fenomeno del viajero empedernid? Si a nosotros; no. Quizas es esta cualidad de Transformador, donde radica la exclusividad de lo que entendemos por "viajar". Seguro que si nos advertian acerca de todas aquellas cosas, que no vamos a tolerar cuando regresemos a nuestros hogares, viajariamos de todas formas. Quizas cabeza de Vaca se haya convertido sin querer en uno de los primeros Viajeros "blogueros" (con todo el respeto que se merece la palabra) alla por el siglo XVI, srprendieron a todo el mundo con lo hermoso y transformador que puede ser un viaje donde se parende y conoce. No para apropiarse vender, comprar y ordenar, como la corona y los mercaderes pretendian viajar en aquel momento... o como quizas se sigue pretendiendo ahora.

Compartimos el Link del Pdf de "Naufragios" 


miércoles, octubre 16, 2013

Las Minas de Potosi: Paisajes Tallados en la Roca



Una parada obligada en Potosí, son sus minas. Sin embargo nos es un lugar que podamos decir lindo. Pero si es revelador, no solo del pasado, sino del presente y la explotación actual. El Che y Galeano entre otros tantos viajerosescritores, le dedicaron tinta y bronca a la forma en que los mineros son tratados en las minas de Potosí. Hablamos con nuestros amigos de la cooperadora de turismo de Potosí, y ellos nos recomendaron a Elvis un conocedor de los túneles interminables de la mina, que conocía de cerca la mina y su vida porque su padre y su abuelo habían sido mineros.

Mejor suerte la nuestra imposible. El día que elegimos para recorrer la mina, era el día de los festejos del “Tius”, dios sincrético de los mitayos que protege y provee buena fortuna dentro de la mina a los trabajadores. Dicen que la palabra “Tius” deriva de una mala interpretación de la palabra “Dios”, que era común que los nativos escuchen decir a los sacerdotes. Durante esta ceremonia los mineros concurren a la mina y se juntan en distintos rincones de los túneles, donde prenden velas, fuman tabaco y brindan con cerveza, singani y agua ardiente. La coca, siempre presente, fue la diva de los pagos al Tius.

Luego de conseguir nuestra coca, tabaco y cerveza para los pagos al tius. Partimos al encuentro de la mina. Recordemos que esta mina lleva más de 400 años funcionando. El boom de la plata de este cerro, fue obra del Virrey Toledo, quien introdujo nuevas tecnologías y formas de organizar el trabajo: La mita. La mita de Toledo consistía en una adaptación de una institución incaica de tributo de mano de obra, a las necesidades ambiciosas y desmedidas de los españoles. Mediante La mita, cada pueblo incaico debía tributar un determinado número de hombres que puedan trabajar. Al principio eran los hombres más fuertes y jóvenes. Pero con el tiempo, comenzaron a aumentar las demandas y empezaron a trabajar niños y ancianos. La principal consecuencia, fue que cada pueblo (ayllu) se fue quedando paulatinamente sin hombres, viéndose obligadas las mujeres a abandonar tareas agrícolas que requerían gran esfuerzo. Los hombres volvían tarde para las cosechas o no volvían.

20 minutos de auto y llegamos a la boca de la mina. En los alrededores de la mina, se observa abandono. Allí conviven, un sinfín de casas precarias improvisadas con paneles de madera expuestas a la inclemencia del tiempo y los Impresionantes socavones excavados con pico, pala, sangre y sudor hace 400 años, que seguirán ahí firmes. Sumergiéndose en las entrañan de los “apus” para exprimir sus riquezas.



Agradeciendo lo bueno y ahuyentando lo malo: Coca, tabaco, alcohol y todo lo que sea entrega con amor y desde el corazón, la pacha lo recibe y lo devuelve multiplicado. Nada le quitarle, todo lo contrario: A la pacha lo que es de la pacha. Elvis comienza su recorrido contando como se trabajaba en la colonia para finalizar contando que hoy en día sigue siendo igual el trabajo, en las mismas condiciones que los mitayos de Toledo, con la diferencia que años de capitalismo, refinaron un aparato donde no hay un señor que explota mano de obra barata, sino que son los mismos mineros los que se someten a un régimen cuasi esclavizante de trabajo, en el que apuestan su vida diariamente, sin recibir un sueldo digno. Sin embargo al encontrarse con los mineros unos siente y nota el orgullo de ser “sus propios jefes”. También notamos el alcohol y la alegría de celebrar el día del “tius” honrándolo con coca, tabaco y singani. Y se escuchaba siempre alguna plegaria, una oración de agradecimiento.



La mina es oscura y fría. Nuestras botas chapotean en un líquido que de momentos es agua y de momentos no. Los túneles se angostan a cada paso y el techo se acerca al suelo. El minero andino promedio es ancho de hombres pero bajo de estatura. Si no hubiese tenido casco, habrían quedado unos cuantos pelos míos decorando los túneles. Íbamos en fila. La oscuridad es total, y si no fuera por nuestros pasos y el goteo del agua que se filtra por el techo, el silencio también seria absoluto. Por ser día de festejo era fácil, reconocer adelante los cantos y las carcajadas, reunidas en torno a algún farol y una botella, o solo una linterna y una lata de cerveza. En esos momentos en que nos cruzábamos con los mineros, podíamos compartir algún brindis y hojas de coca. Recibir Extranjeros en un momento de tanta alegría es una fiesta. Y más cuando advertían que éramos argentinos. Muchos contaban que desde niños trabajaban en las minas. La mayoría no tenía terminado el secundario. Nos contaban que la vida útil de un minero en aquellas condiciones, no es más de 20, 30 años. Y que es casi imposible, retirarse sin cicatrices. O lo que es peor, sin lamentar la pérdida de algún compañero.


Lo que es cierto y digno de sacarse el sombrero ( o el casco), es que estos hombres de temperamento y manos ásperas y toscas como las rocas que pican día a día, en la inhospitalidad del fondo de la mina, lograron hacernos sentir en casa, invitándonos sin dudar a sumarnos a la ronda y compartir su bebida y su alegría. Ahí frente a las velas la estatua con serpentinas del Tius, parecía sonreír y dentro de la cueva salía el sol.

Así transcurrió la tarde dentro de la mina. Luego de despedirnos de Elvis en el centro de la ciudad, llegamos al hotel, fritos y caímos presa del cansancio y la falta de oxígeno en nuestras cabezas. Así se hicieron las dos de la madrugada que, con hambre y desvelados nos encontró improvisando con nuestro calentador una cena en el baño de nuestro cuarto de hotel.

domingo, octubre 13, 2013

Potosi: Compadres, Serpentinas y Singani.



Eran las 4am, todo estaba oscuro, y por más valiente y desconfiado de los medios de comunicación que fuera, los mismos bolivianos nos advertían de la inseguridad de la zona. Llegar de madrugada a un lugar nuevo, a veces puede ser contraproducente. Las calles oscuras no nos dejaban ver posibles hospedajes y generalmente hay poca gente en la calle como para para pedir indicaciones y hacer buenas migas.

El micro económico al que nos subimos, no entraba en la terminal, freno a unas cuadras y apago el motor. Muchos en un ceremonial silencio bajaban sus bolsones de los buches del micro y se perdían en las penumbras de la madrugada potosina. Otros dormían tan profundamente en sus incomodos asientos que parecían no enterarse que habíamos llegado a destino. Potosí nos recibía de madrugada, desvelada, pero con los brazos abiertos.


Era aún muy temprano para salir a buscar hospedaje. Desarmamos nuestras bolsas de dormir en la terminal e improvisamos algo parecido a un campamento. Estábamos tan cansados y con tantas ganas de dormir en posición horizontal que el rincón más olvidado de la terminal de buses de Potosí se parecía mucho a una suite 5 estrellas (ponele). Mientras nos acomodábamos nos encontramos Con Gabi y Martin, Una pareja argentina que estaba haciendo el recorrido en sentido inverso. Viajaban desde Perú hacia el Sur. Estaban algo desesperados por un mate, cosa que no veían hacia tiempo por falta de yerba. Entre bolsas de dormir, mates y charlas vimos amanecer la terminal de Potosi.

De la terminal salimos y pisamos efectivamente suelo Potosino. La ciudad se extiende a las faldas una legendaria montaña llamada Sumaj Orcko (en quechua: 'Cerro Rico') que contenía la mina de plata más grande del mundo. Era tal la fama que tenia este cerro de plata que antes de la conquista, el inca Huayna Cápac había oído hablar a sus vasallos del Sumaj Orcko, el cerro hermoso, y decidio viajar y verlo con sus propios ojos. Según cuenta la historia llego enfermo a las termas de Tarapaya, donde se repuso y luego visito el cerro. Cuentan las leyendas que cuando Huayna Capac golpeó con su mazo la montaña una voz del interior rugió advirtiendo que no la toquen. A partir de ahí la bautizaron “Potojsi”, que significa trueno, rugido.

Cuando oyeron estas historias los españoles decidieron instalarse inmediatamente en esta parte del mundo. Para 1560, tan sólo veinticinco años después de su nacimiento, su población ya era de 50.000 habitantes, un quinto de la población de España. En 1573, Bajo el gobierno del virrey Francisco de Toledo , potosí se convirtió en la ciudad mas poblada del mundo: 120.000 almas. Este aumento de la población estuvo íntimamente relacionado con las técnicas mineras que Toledo implemento: La Mita y el uso del Mercurio aumentaron la producción minera y las ganancias así como las muertes y las enfermedades. A medida que crecía la ciudad, crecía el cementerio.

Salimos con nuestras mochilas, esquivamos los burgueses taxis y atacamos nuestro primer objetivo en la pequeña ciudad: el transporte público. El “bus” como le dicen, una pequeña camioneta Nissan modelo 92, que se ajustaba al tamaño de las calles, y sus desniveles. Nos preocupaba que no nos dejen subir al micro con nuestras grandes mochilas, pero nos encontramos que no éramos los únicos con bultos. Quizás por ser domingo, muchas cholas subían y bajaban con grandes fardos de mercadería.

Llama poderosamente la atención como en las ciudades que tienen sus raíces en la colonia española, conviven el típico ordenamiento español de las calles y cuadras y el crecimiento medio caótico y aglomerado de los últimos 10-15 años. Los españoles que vivían en la ciudad disfrutaban de un lujo increíble. A comienzos del siglo XVII Potosí ya contaba con treinta y seis iglesias espléndidamente ornamentadas, otras tantas casas de juego y catorce escuelas de baile. Había salones de bailes, teatros y tablados para las fiestas que lucían riquísimos tapices, cortinajes, blasones y obras de orfebrería. De los balcones de las casas colgaban damascos coloridos y lamas de oro y plata. Toda esa arquitectura sigue ahí, alguna más descuidada y escondida que otra pero a la vista del ojo atento. A los diez minutos estábamos en el centro de la ciudad: Una postal de la época colonial con sus casas de adobe y sus tejas que aun dejaban ver las faldas del negro que las había confeccionado, sus calles angostas sin veredas ni cloacas pero atravesadas de miles de cables de teléfono, televisión, luz, carteles luminosos y arrobas de algún locutorio postcolonial.


 Ahí caminábamos nosotros, con nuestras mochilas y nuestras sonrisas. Intentando descifrar y descubrir figuras ocultas en los dinteles de madera de las puertas o en los balcones sevillanos. Buscábamos sin embargo un lugar para hospedarnos y luego de entrar y salir de varios sucuchos con olor a pata (más de lo que estoy acostumbrado) nos encontramos con una mujer en la calle, Evelyn, una guía de turismo de la Cooperativa de Amigos de Bolivia que nos dijo que ella tenía un hospedaje que era barato y lindo. “Esto es una señal? Debe serlo” pensamos, así que ahí la seguimos a ella y su nenita (wuawua de ahora en más). Ustedes pensaran que puede ser algo peligroso seguir a una desconocida en la calle que nos ofrece alojamiento. Lo único que podemos alegar a nuestro favor, es que luego de pasar mucho tiempo viajando, uno logra reconocer la hospitalidad sincera en la persna que la ofrece. Sumado al hecho, que nunca aparentamos ser viajeros que valga la pena asaltar.


Dejamos nuestro equipaje, nos dimos una linda ducha tibia y cargamos la mochila pequeña, infaltable compañera de viaje, para salir a caminar. Era cerca del mediodía ya, y la mayoría de los lugares estaban cerrando para el almuerzo. Solo un punto del mapa seguía abierto a la una del mediodía. La torre Mirador de la Compañía de Jesús, anteriormente sede de la orden Jesuita, hoy en día el punto con la mejor vista del Cerro Potosí y su ciudad. Hermosa construcción de adobe, piedra caliza y roble, un estilo barroco típico y una calidad de construcción certificada por los sismos y los más de 500 años que tiene en pie. Su colorado tinte recuerda a las construcciones que los misioneros levantaron en las tupidas selvas de San Ignacio, allí en nuestra querida y lejana Misiones. Subimos al mirador no había nadie ni arriba, ni abajo en la calle. Era la una del mediodía de un jueves que es cuasi feriado: “Jueves de Compadre”, Segunda festividad previa a los carnavales. No nos cruzamos a nadie, tuvimos nuestro momento de intimidad con el cerro y la vista anacrónica de Potosí, que entrecerrando los ojos y desenfocando la mirada, no dista mucho del Potosi de Toledo y su sequito de saqueadores encomenderos.



Al iniciar nuestro descenso del mirador pasamos cerca de las oficinas de la secretaria de turismo, que estaban de festejo. Como la puerta estaba abierta decidimos entrar a saludar por el día del compadre. Entrar saludar y salir. Bien caraduras. Bien argentinos. Grande fue la sorpresa que les causamos a los empleados de la secretaria de turismo de Potosí cuando entramos a saludar. Fue más su alegría de recibirnos. Enseguida nos hicieron un lugar en la ronda de brindis que se había improvisado en aquella gubernamental oficina. En El día del compadre, las mujeres agasajan a los hombres, con comida, bebida y música. Así fue como singani va, singani viene (bebida típica de Bolivia) terminamos bailando cuecas y contando chistes. Por ser hombre recibí mi merecida gelatina en el pelo, mi papel picado, mis guirnaldas de colores y mis tragos de alcohol. Eran las dos de la tarde. Ya tenía una sonrisa esculpida en mi cara de piedra (por no decir dura). Además de un pequeño dolor de cabeza, típico de borracho, sin duda un sintoma común después de haber estado bailando durante una hora a mas de 4000 msnm.
Charlamos de todo un poco con nuestros compañeros de festejo. De la necesidad de estudios e inversión en educación pública. José uno de los empleados más jóvenes, estudiante de historia, hacía referencia al histórico momento en que Néstor Kirchner bajaba los cuadros de Videla. Nos decía “Acá a la gente le falta memoria”. En esta ocasión trabamos amistad con Don Felix, hombre de unos 60 años, enamorado de Potosi y orgulloso de que los jóvenes quieran conocer su ciudad.

Aprovechamos ese almuerzo de compadres y nuevas amistades, para interiorizarnos acerca de Potosí y sus alrededores. Cuando contábamos nuestro viaje nos gustaba hacer hincapié en el interés que teníamos de no ser tratados como “típicos turistas”. Relatamos algunas de las anécdotas que veníamos acumulando en nuestro recorrido. Así surgió un plan: Usarnos como conejitos de indias para poner a prueba un futuro circuito turístico. Esperaban nuestra opinión y sugerencias. Pero esa es otra historia.