Nosotros

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"...cabalgaras solo hacia la carcajada perfecta..."

jueves, octubre 24, 2013

Noches Oscuras y Casas Blancas a orillas del Salar mas grande del mndo.





Nos bajamos de la caja de la camioneta en la vieja terminal de Potosi, pegada al cementerio. Algunos 
podrían decir mal augurio. Arrancar un viaje desde el cementerio no sera muy alentador pero allí nos esperaba nuestro transporte. Los buses que unen Uyuni con Potosi son pequeños pero ágiles.  Los típicos micros que llevan los bolsos en el techo: Cortos y altos, parecidos a los micros que recorren en las películas, las calles de medio oriente. Que se parecen por que son los mismos. China fue  el proveedor de unos y de otros. Después de la segunda guerra Peru fue el país de latinoamerica que mas hijos del sol naciente recibió. Con ellos llegaron oleadas de sus productos a latinoamerica. Y estos micros a pesar de parecer precarios, son sin dudas los ideales para recorrer los caminos de tierra que unen las distintas localidades de Boliva. Ahí estábamos, sentados con nuestras mochilas que no tenían nada que envidiarles a los sacos gigantes que cargaban las cholas repletos de chucherías, la versión andina del mochilero. Nos preguntaban interesadas cuanto cargaban nuestras mochilas.

Recorrimos las calles de Uyuni que comparadas con las pintorescas y coloniales calles de Potosi, nos resultaron algo aburridas y apagadas. Uyuni es un pueblo que creció de golpe en los últimos 20 años, con el boom turístico que causa el salar. Por eso se puede ver que la mayoría de sus casas y edificios son de hormigón armado y ladrillos. No se encuentra mucha casa de adobe ni de arquitectura colonial. Como la mayoría de las ciudades bolivianas, Uyuni tiene varios mercados, algunos se arman en cuestión de minutos en las calles mas transcurridas del pueblo, otros permanecen siempre armados y abiertos en lugares designados. Y otros, a mi gusto los mas curiosos, se arman cuando los campesinos bajan de los cerros a ofrecer el producto de sus manos, muchas veces en transacciones que se asemejan a una especie de trueque, pero siempre regateando de maneras muy diplomáticas y hasta poéticas. En estos mercados, si se impresionan un poco mas de encontrarse a extranjeros. Pero esa impresión enseguida se borra cuando escuchan que uno esta buscando olluquito o quinoa. En seguida una sonrisa y un apuro por atendernos. Otra particularidad de Uyuni, es que a pesar de estar en la altura, y de parecer aislado del mundo, este pueblo, es una estación del tren que une Villazon-Uyuni. La estación de tren de Uyuni, con los Ojos un poco entrecerrados y olvidando las montañas de fondo, se parece un poco a los galpones de Nuestra querida Tolosa. Ademas los coches son los mismos que circulan por las vías del ex-Roca.

Tomamos mate, recorrimos las ferias, nos sentamos en un banco a seguir tomando mate y ver pasar a las cholas con sus fardos encima, que enseguida se convierten en puestos de feria. A los gringos fascinados sacando fotos a las nenas vestidas con sus ropas tradicionales, posando tímidamente para los insolentes flashes de las cámaras. Los nenes corriéndose con bombitas y pistolas de agua. Y nosotros con la cara quemada y el corazón contento vemos irse un día mas. El atardecer llego con todo el frió de la noche y se levanto un viento que no nos esperábamos. Buscamos un lugar para refugiarnos, y el único lugar con techo y publico era la iglesia. Allí fuimos a ampararnos de las inclemencias del clima andino, hasta que llegue la hora de salir. Cuanto hacia que no entraba a una misa de domingo!!!! Había olvidado esa sensación de hogar que se tiene dentro de las parroquias pequeñas. Veníamos recorriendo grandes catedrales e iglesias de piedra, altas y frías, pero la parroquia donde los chicos juegan en la puerta, las señoras se juntan a charlar y el cura llega en bicicleta, se parecen mas a un club de barrio que a la casa de dios. Sera porque nos acostumbramos a que Dios vive en lugares como el vaticano lleno de oro? Que se yo. Lo importante es que allí, con una calidez que invita a sentarse y sacarse el sombrero, nos encontramos una homilía donde el párroco hablaba pausada y fervorosamente y detrás de el se desplegaba un colorido mural. No había un crucifijo grande recordando el  martirio de Jesús. Había un mural. UN Mural de una marcha popular, donde Jesús venia a la cabeza de un grupo de campesinos, indígenas, mujeres y niños, que traían pancartas alusivas a las desigualdades, la represión policial, la trata de personas, los desaparecidos y la democracia. Ese es el Jesús que queremos!
 

En Uyuni a uno lo bombardean de propuestas de excursión por el salar. Muchas veces aprovechándose de la comodidad y la desinformación del Viajero promedio, ofrecen precios exorbitantes por una salida que tranquilamente puede resolver uno mismo con un poco de dinero y muchas ganas. Sabíamos que el acceso al salar, se encuentra en la localidad de Colchani, un pueblito a la orilla de la ruta que une Uyuni-Potosi. Por solo 5 soles uno puede hacer ese recorrido. El único inconveniente es que el viaje se hace por la noche. Una ves mas llegamos a un nuevo lugar de noche. Imagínense la escena: Ruta. Luces perdidas en una oscuridad absoluta. El motor del Micro encendido atendiéndonos. Baja el ayudante del chofer con nosotros, nos da los bolsos y su numero de teléfono por las dudas... El bus pone marcha y sus luces coloradas y su murmullo cada vez se hacia mas imperceptible en la soledad de la noche. Silencio. Ladridos de perro en algún lugar. En una amplia esquina que se formaba entre algo que parecida una calle de tierra y la ruta, una pequeña casita hacia de almacén y comedor. dentro una familia comía a la luz de un farol de noche de noche y escuchaba la radio. Se sorprendieron al vernos con nuestras mochilas. Los chicos se reían. Buscábamos un lugar para armar la carpa. Nos dieron unas indicaciones que seguimos al pie de la letra.



A pesar de la oscuridad y que nos costaba distinguir donde terminaba la calle y empezaba el terreno de las casas, recorrimos el pueblo de Colchani. Nada nos hacia pensar que alli habitaba gente alguna. Las casa daban la impresión de estar abandonadas. No veíamos ni perros, ni autos. de pronto por las rendijas de una puerta se escapaban unos rayos de luz. Supusimos que habría gente. Ni lo dudamos entramos. Nos encontramos con un grupo e gringos cenando. Le pedimos lugar para armar la carpa a quien parecía la dueña del lugar. Dijo que carpa no pero que nos ofrecía una habitación por una módica suma que no podíamos pagar. Nos recomendó que le preguntemos a la vecina. Alli fuimos. Doña Elvira, nos recibio con los brazos abiertos y sin dudarlo, nos ofreció un lugar del terreno para levantar la carpa. Nos conto que en general no dan hospedaje, porque solo se dedican a recibir a los tours que salen de Uyuni, para el salar. Prácticamente nadie viaja a colchani. Una lastima, interesante lugar par recorrer y conocer.

La luna nos encontró en una casa de sal. Si, si, como escucharon, una casa construida íntegramente de sal. Salvo por los listones de madera que le dan forma a los marcos de las ventanas y las puertas, y sostienen el precario techo de paja, el resto de la edificación consiste en bloques de sal, unos sobre otros. No es para nada raro, que en el salar más grande del mundo, los vecinos construyan con el recurso natural que tienen más cerca: la sal. A horas de distancia de las localidades mas populosas de donde traer materiales, el albañil de Colchani ha sabido resolver el tema de su vivienda con sal. Y estas paredes de sal, nos resguardan del frió que esta haciendo por estos lados del mundo a estas horas de la noche. Tomando algo calentito, sentados en puyos que cubren nuestro banco de sal y nuestra mesa de sal, nos dedicamos a repasar el viaje y a prepararnos para dormir. Mientras a nuestro lado dos parejas de australianos juegan a algo parecido al poker, que claramente, no es ni la mitad de divertido que un trucazo a los gritos, guiñando el ojo y pegándose con baba el ancho a la frente.


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