Nosotros

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"...cabalgaras solo hacia la carcajada perfecta..."

martes, enero 21, 2014

Primeros Pasos en Peru: Cusco, El corazon del Mundo.



Welcome to PEru! Anuncia un letrero gigante detrás de la Marca Perú, a pocos metros de la frontera Peruano-Boliviana. Después de una muy grata estadía en Bolivia, nos decidimos a seguir cruzando fronteras. EN principio íbamos a ir a Puno. Como toda ciudad fronteriza, es muy concurrida y cosmopolita. Mucha gente que va y viene para ambos lados de la frontera. Llegamos de noche para variar, con poca plata y algo de sueño. EN el camino la gente nos decía que lo más interesante es a Isla de Los Uros, y que es muy cara. Nosotros en el apuro y la ignorancia decidimos seguir viaje (cosa que nos queda pendiente Puno). Nos decidimos a huir prácticamente hacia Cusco. Y así lo hicimos. 2120 hs. El micro que nos teníamos que tomar salía 2130 y nosotros sin pasajes, ni moneda local en una terminal que desbordaba de gente y bolsos por todos lados.. Romi se quedó con los bolsos y yo a las corridas por la terminal. Íbamos junto a un amigo chileno, Luis, con el que compartimos las últimas horas en Copacabana. Un poco de amabilidad Un poco de empujones y un poco de suerte llegamos a una boletería. Quedaban dos lugares: el asiente 8 y el 53. Dudo. La operadora me apura. Faltan 5 minutos para que salga el Bondi. Bueno le digo, dale. Compro los pasajes, y ahora que lo pienso quizás los tendría que haber dejado. En fin. Con los pasjes en la mano, las mochilas en la espalda, corremos buscando la plataforma.
Una vez dentro del micro, comenzamos con las tratativas para ver que alma caritativa nos cambiaba su asiento para que con Romi viajáramos sentados juntos. Probamos con el pasajero del asiento 7. Y no hubo chances dijo que estaba bien ahí, que no quería moverse. Nos quedaba una chance, el 52. Era al fondo del Bondi. Una peruana de unos 15 años. Medio tímida acepta mi invitación de cambiarse de asiento. Cambiamos pasajes. Nos acomodamos y respiramos hondo. 

El descanso duro poco. Al rato comenzamos a escuchar un griterío. Una vieja subió al micro y a los cachetazos le gritaba a nuestra amiga peruana que se baje. Con el correr de los gritos y el aumento del volumen, se sumó a la discusión la policía y la vendedora de boletos. Todos preguntándole a la piba la edad, porque se iba, pidiéndole documentos. Y encima tenía un pasaje que decía “RAUL GONZALEZ DUBOX”. ME acerco hasta la chica que me dice que no se quiere bajar, que es la tía y la maltrata. Con algunos más que estábamos ahí empezamos a gritar Abusiva, Violenta. Las mujeres se solidarizaron con la quinceañera y comenzaron a decirle a la vieja que se baje. Así entre manotazos y cachetazos, la policía bajo a la señora del micro, y todos volvimos a nuestros lugares. Nuestra amiga viajo en el bus. Hacía calor y faltaban 10 hs para llegar a Cusco. Estábamos apretados en la última fila del micro. Apretados. Pero nos sacaba una sonrisa saber que estábamos viajando al corazón del mundo.

Al rato, a las 6 de la mañana estábamos entrando a la terminal. El frio de la altura se sentía, pero el sol recién nacido reconfortaba. Adentro de la terminal no importaba la hora tan temprana de la mañana, el movimiento que encontrábamos acusaba que esta ciudad duerme poco. Esquivamos a los jaladores de hostels y transfer para salir rápido a la calle. Cruzamos las vías del tren y nos subimos al primer transporte público que encontramos. Una combi parecida a las que veníamos frecuentando en Bolivia. Para variar una excelente forma de conocer a la gente, lleno al trabajo, a estudiar. Una abuela nos muestra una estatua muy alta que se encuentra entrando a la ciudad: El inca Pachacutec, nos recibe. Y otro abuelo nos cuenta que somos todos hermanos porque antes todo era parte del Perú. Preguntamos cómo llegar a la plaza de armas, y nos indicaron que bajemos en el mercado San Pedro ¡¡Parada Chofer!!
 
Los ojos se nos agrandan cada vez más. A cada esquina construcciones Incas, de la más fina elaboración. Su arquitectura se deja ver en la base de la mayoría de los edificios coloniales. Arquitectura que ha soportado los terremotos más fuertes de los últimos siglos. Ahí sigue en pie, como un recuerdo, llamando la atención al viajero desatento. Nuestro desayuno no se quería hacer esperar más. Algunos cafés recién comenzaban a baldear las veredas. Al que madruga dos lo ayuda. Nos regalaron agua caliente para los mates y unas facturas. Con semejante botín caminamos hacia la plaza de armas de Cusco, que nos esperaba a la vuelta de la esquina. Aun no eran las 7 de la mañana. Era la primera vez que la íbamos a ver, más allá de las fotos y folletos. Y ahí estaba, en todo su esplendor. Con sus canteros llenos de Flores, flanqueada por iglesias de un exquisito barraco, que no alcanza a tapar la herencia inca. Con su fuente a borbotones. Con Saqsaywaman vigilando. El cielo diáfano y la catedral anunciando las siete con sus campanas. Nosotros elegimos en silencio un banco de plaza. Casi ritualmente, bajamos las mochilas. Preparamos el mate. EL vaporcito busca ser nube allá arriba. Nosotros, acá abajo, estamos bárbaro.

 

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