Nosotros

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"...cabalgaras solo hacia la carcajada perfecta..."

lunes, septiembre 30, 2013

Preparando el espiritu y los Pies para el viaje: Bolivia.



Viajando por un país que por más extraño que nos pueda parecer, en estos días de recorrido y sorpresas, nos hace sentir como en casa. Villazón fue nuestro primer encuentro con Bolivia. Nos recibió y nos despidió la lluvia. Que, lejos de molestar, aliviaba el calor que se sentía y alegraba a la gente, que corría como niños para ocupar la poca oferta de techos sanos que había en la calle, al grito sordo de “el último que llega se moja”. Así es Bolivia: Picardía e inocencia, en los más niños jugando a los power Rangers o en las mujeres más mayores, sonriendo ante algún tímido saludo de un extranjero.

Villazón es una ciudad al sur de Bolivia, a una distancia aproximada de 350km de la ciudad de Potosí. Ubicada sobre la orilla norte del río Modesto Omiste, famosa frontera con la ciudad Argentina de La Quiaca. Se encuentra a una altura de 3.400 msnm, cosa que nos recuerda un fino y persistente dolor de cabeza, que se pasa solo con los días, las bolsas de coca y un poco de paciencia. Dichos síntomas lejos de aliviarse, en el transcurso del recorrido, se harán más frecuentes para el viajero poco acostumbrado a estar tan cerca del cielo. Pero esto no es más que una prueba de fuego. Aquellos valientes que logren saber llevar estos síntomas durante unos 3 o 4 días, ya se habrán hecho merecedores de recorrer el altiplano boliviano. Fue fundada el 20 de mayo de 1910, durante el gobierno de Eliodoro Villazón, del cual obtuvo su nombre.

Nuestra intención, en primer lugar, fue tomarnos el tren. En sus años de oro dicho tren unía Buenos Aires, con La Paz, haciendo paradas intermedias en Uyuni, Oruro y Potosi. En la actualidad solo corre desde Villazon a La Paz. Esto ha contribuido al desarrollo turístico, a pesar que mucha gente lo difama por las condiciones en las cuales se viaje: Despacio, apretados y con calor durante el día y frio durante la noche. Para nosotros, más que una desventaja, es una excelente oportunidad de poder charlar con la gente que lo usa, como medio de transporte seguro, barato y cotidiano. Recordemos que las rutas de Bolivia en general no son caminos pavimentados y señalizados. Por lo tanto siempre va a ser positivo el saldo entre Comodidad Seguridad y economía, que ofrece el tren.


Sin embargo, por apología férrea que podamos hacer, no tuvimos suerte. Al llegar, nos encontramos que los trenes estaban suspendidos hasta nuevo aviso debido a las lluvias que habían arrasado con varios tramos de vías. Cosas que pasan cuando tu agenda no la definió una Agencia de turismo. Nos vimos obligados a improvisar y trazar una nueva ruta. Desplegamos nuestro mapa sobre un banco de la plaza. La ruta más segura para hacer en Bus era Villazon-Potosi. Nos decidimos a viajar de noche por esta ruta y llegar de madrugada a nuestro destino. Buscamos rápido una boletería. Teníamos poco tiempo antes de que se agoten los pasajes. En época de carnaval es mucha la gente que viaje y el horario nocturno era el preferido. Las trompetas y los fuegos artificiales daban la señal del carnaval en marcha.

Entramos en la terminal. Pequeña. Llena de boleterías algunas más informales que las otras. Casi al borde la ilegalidad muchas. Los angostos pasillos de la terminal se encontraban abarrotadas de bolsas, bolsones y canastos con diversas y exóticas mercaderías que seguro encontraríamos a lo largo del viaje. Abuelas con sus nietos sentadas en el piso, arropándolos con sus numerosas y coloridas polleras, mientras sus madres negociaban el precio de los pasajes con los vendedores. Estos son unos personajes barbaros. Alzando la voz en medio de la multitud, logran hacerse escuchar e informar sobre horarios y destinos, atrayendo asi, a los pasajeros perdidos y desorientados. “ARICA, ARICA ARICA” “TARIJA, TARIJA, TARIJA” “POTOSI…” Este “griterío” lejos de ser molesto, es la mejor forma que tienen muchas personas que no saben o no pueden leer las indicaciones de los letreros, de lograr llegar a destino.

Encontramos nuestra boletería y compramos nuestros pasajes con algo de desconfianza. Una pasajera frecuente le gritaba desconforme a la vendedora que les iba a hacer juicio, porque el chofer del bus en el que viajo, estaba borracho. Tarde. Ya teníamos nuestros boletos en mano. En unas horas salíamos a Potosi. Mientras tanto recorrimos los alrededores.

Caminando por los mercados de la frontera nos encontramos con el conocido “comercio hormiga” que consiste en el negocio de toneladas de mercancías, cargadas en las espaldas de cientos de vendedores que, a diario, cruzan la frontera en una y otra dirección. Gran parte del cual es contrabando, en el sentido de que no son productos que pasen por la aduana o cumplan con las normas que exige el comercio internacional, ya sean productos alimentarios, electrónicos, bebidas o incluso libros (muchos libros).

Una vez más, nos encontramos con la presencia de las profundas raíces americanas, en las caras y en las manos de los pobladores, con los que compartimos un saludo o alguna charla. La región donde se funda la ciudad de Villazón se encontraba habitada desde muchos miles de años atrás, Las primeras culturas o pueblos que la habitaron fueron los indios Chingas que migraron de tierras australes, quizás donde hoy se encuentran nuestra querida Córdoba, aunque no encontramos rastros del fernet o del cuarteto, por estas latitudes.


Otro aspecto del pasado de Villazon tiene que ver con las interacciones culturales con diferentes pueblos que llegaron hasta el actual norte argentino, con los poblados denominados casabindos, los yavis, los churumatas, los atacamas. Estas interacciones entre pueblos distintos, no reconocían ningún tipo de frontera ni límite geográfico. Los ríos y valles que actualmente dividen a las naciones americanas, en su pasado, servían de puntos de encuentro. Y como veremos a lo largo de todo el viaje, los pobladores actuales no defienden esos límites y en muchos lugares, pobladores bolivianos trabajan en argentina y viceversa, o las familias de atacama tienen parientes, en Bolivia y argentina. Familias que antes de la construcción de los estados nación, no tenían ningún conflicto de ciudadanía ahora se hayan divididas por himnos y banderas. Sin embargo en cada fiesta de casamiento o patronal, los abrazos y los brindis no piden pasaporte.

Allí estábamos sentados en el cordón de una calle poco transitada cuando para nuestra sorpresa empezó a desfilar un numeroso grupo de cholas con sus trajes y peinados y sombreros. Hombres con cantidad de instrumentos e infinitos cajones de cervezas, caminaban tras ellas, llevando el compás. Nos acomodamos para presenciar lo que allí se estaba gestando: Nada más y nada menos que una Morenada. Una especie de ensayo, de entrada en calor ritual. De preparación para los carnavales. Milenaria, popular y cuasi universal ceremonia de alegría, comunión y festejo, de lo bueno como de lo malo. 15 días antes del carnaval comienza la preparación del espíritu. La primer etapa es la Morenada las colectividades salen a las calles para deslumbrar con los colores de sus trajes y compartir su alegría, su música y su alcohol. Asi entre brindis y palmas arranca nuestra aventura por Bolivia, ¡Salud compadres!.
 

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